miércoles, 14 de enero de 2015

Francisco López

Una ventana en la que miro,
un espejo,
en el que me reflejo,
una vida que pasa, impasiva,
un esclavo que se hace viejo.

Es mi vida plasmada en palabras,
la repaso y me siento obsoleto.

Si la alegría yace en un hoyo
y la esperanza muere en un gesto,
la vida se vuelve cruda,
como una herida que llega al hueso,
la vemos pasar fugaz,
nos deja el corazón incompleto.

Yo ya me me siento incapaz,
de seguir seguir con este reto,
y es que de tanto luchar,
ya perdí hasta mi respeto.

                                           

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